Lo que la razón desconoce

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A veces, lo que la mente trata de negar… el cuerpo lo grita sin reparos.

Mi «yo sensato» se regodea en decir que no me afectan para nada sus patanerías, que estoy por encima de esas bajas pasiones y de esos sentimientos de mujercita. Que soy tan moderna que mantengo la compostura  – y hasta la sonrisa – en esta relación abierta y sin compromisos.

Pero ni mi lado sensato  – ni el absurdo tampoco –  logran entender por qué he llorado tres veces en un día: a las 10 de la noche, a las 5 de la mañana (la peor) y hoy nuevamente al mediodía.

Ni modo. Como bien lo dijo Pascal: «Le coeur a des raisons que la raison no connaît point»

El corazón tiene razones que la razón desconoce.

O no las quiere conocer…

La costra

Mi amiga María me lo dijo una vez: “A ti se te va a hacer una costra en el corazón que te va a impedir sentir de nuevo”.

En ese momento me pareció simplemente que estaba exagerando, que quería arrancarme mi recién estrenado espíritu de liberación y encadenarme sumisamente a los vaivenes del amor verdadero.  Imposible por aquel momento.

“Aunque se me haga una costra, yo en el amor no creo más. Me voy a dedicar a no tener compromiso con nadie, que se ve más interesante” – respondí desafiante, antipática.

Pero María tenía razón. Vaya, qué clase de profecía. Qué estilo para echarme encima una maldición que yo sólo puedo reconocer ahora, cinco años después.

Antes de hablar con María esa noche, yo ya había llorado bastante aquel huracán de sentimientos que se había llevado todo por delante. Y más envalentonada que segura,  decidí que a partir del momento en que dejara de gotearme la nariz, me dedicaría a repartir besos y a conocer camas ajenas, sin meter jamás al corazón en la ecuación.

No fue difícil, siempre había alguien alrededor.  Siempre alguien dispuesto, siempre alguien diferente.

Pero hoy, cinco años después, me toco el pecho y ciertamente… se siente algo duro. Me doy cuenta de que  no me importa regar besos por el mundo y levantarme con la conciencia tranquila, que ya no me interesa la dulzura de “la mañana siguiente”, o peor aún,  me da igual si llamó o no llamó.

Creo que María tenía razón: la costra se me ha ido aferrando  al corazón durante este tiempo y no se ve a nadie en el horizonte que merezca arrancarla.

Y cada día se hace más grande…

Si yo fuera otra…

Si yo fuera otra, le haría caso a mi vocecita necia y saldría corriendo lejos de tu presencia. Pero esta que soy, con tanta hambre de cariño, se queda y te soporta. Esta que soy se pinta paisajes de primavera a tu alrededor y escribe guiones de películas románticas con tus gruñidos de fastidio.

Esta tonta te abraza, te dice frases dulces y sonríe al pronunciar tu nombre, porque le da un respirito a su corazón. Porque volver a mudarse a la soledad le resulta tan pesado, que se queda tejiendo ilusiones … “a ver qué pasa”.

Yo sé que no eres quien conviene, yo sé que esto no tiene futuro. Pero trato de alejar lo más posible la pared con la que ya sé que me voy a estrellar, porque al fin y al cabo, rodar hacia un golpe contundente también es vivir.

Quizás haga falta darse duro en la frente para volver a empezar.

Él no eres tú

Hoy me viste… me viste caminando de su mano, besando su sonrisa, acariciando su cabello. Y como has aprendido a conocerme, tuviste el tino de decirme que me veías contenta, pero que algo triste aún me temblaba en los ojos.

Yo hubiese querido decirte con fría seguridad que estabas totalmente equivocado, que me sentía inmensamente feliz… pero el rostro se me llena de vergüenza antes de mentirte, y lo que es aún peor, cada pedacito de mi cuerpo está desesperado por decirte que sigue loco por ti.

Él no habla tan bien como tú, no es tan alto como tú, y definitivamente no es tan dios como el que yo creé en mi cabeza con tu imagen. Con él me siento acompañada… pero sí, tienes razón, hay algo triste en el ambiente porque, a pesar de todo, él no eres tú.

Sin embargo, quiero decirte algo importante: aunque reconozco que no se siente igual, que la emoción de verle es mucho menor, que no me corre adrenalina por el cuerpo cuando me besa, él te ha superado enormemente en una sola cosa: quiere quedarse.

¿Y tú dónde estás…?

El mal entendido Carpe Diem

Desde que ví mi película favorita de todos los tiempos «La Sociedad de Poetas Muertos», la frase Carpe Diem me cautivó de una manera impresionante. Es la que me da la bienvenida en mi celular todas las mañanas o la que me repito cuando me falta empuje para lograr algo.

Siempre la he entendido como «Aprovecha el día» (Seize the day) , un sinónimo de construir, de levantarse temprano y dar lo mejor, de no desperdiciar ni un minuto, disfrutar de estar vivo y saborear conscientemente esa maravilla… Como bien nos enseñó el profesor Keating: sacarle el tuétano a la vida.

Sin embargo, con el correr del tiempo, me he dado cuenta de que la mayoría de la gente no lo entiende de esa manera. De hecho, es obvio que Carpe Diem es utilizado mundialmente como sinónimo de Vive el hoy sin importar más nada.

Pareciera que esta voz latina le da legitimidad a aquella autocracia de vivir el momento sin involucrarse, con la tranquilidad de quien le importa un carajo el resto del mundo. Me da la impresión de que se ha convertido en una bandera para aquellos que promueven las sensaciones libres y a veces sirve de escudo también para los irresponsables.

Mi Carpe Diem es totalmente diferente y he tenido que aprender a usarlo con cautela delante de otros. Lo que para mí significa esfuerzo, para otros significa relajación e incluso abandono. Entiendo que cada quien es libre de interpretar a su manera, pero yo me siento bastante satisfecha con mi concepto personal.

Sigo con mi lema de aprovechar el día… aunque de vez en cuando, abandonarse también es necesario. Pero por favor, no me etiqueten el placer fácil y egoista como Carpe Diem.

Mi nombre es Yasuri, Yasuri Yamileth

Ya sé que la mayoría la conoce muy bien, pero todavía quedan algunos que no han visto su famoso video: Yasuri Yamileth «Gillete», ya convertido en un éxito en toda Latinoamérica.
Lo que acabo de descubrir es una canción de Mr. Fox a dúo con Yasuri que me ha hecho entender mejor la historia de esta frágil mujer, con 8 muchachos y el marido preso.
Pobre Yami. Cualquiera con esa presión, es capaz de hacer una canción de m… como esa y mucho más.
«Mi nombre es Yasuri, Yasuri Yamileth… te metes conmigo, te saco la ‘yilé’…»
Y yo que creía que Francisco y Fernando eran lo más mamarracho de los errores de la música. Ahora los extraño!
Nota: Nuestro amigo Tesne ha hecho una interesante recopilación de parodias e imitaciones venezolanas y latinas de Yasuri, chequéala aquí.
La gente no tiene oficiooooooooooooooo!!!!!!!

Hace 37 años…

El 20 de julio de 1969, a bordo del Apolo 11, Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins cumplieron una misión con la que Julio Verne soñó y todos los hombres han imaginado alguna vez: llegar a la Luna.
«Un pequeño paso para un hombre, un enorme paso para la humanidad» fueron las célebres palabras de Armstrong al poner su huella en superficie lunar. Toda una proeza.
Sin embargo, hoy se recuerda esta hazaña no solamente por su significado y grandeza, sino también porque existe un numeroso grupo de personas que no creen que el hombre haya llegado realmente a la luna, sino que pregona a nivel internacional que se trata del más grande fraude que nos hayan montado en toda la historia.

Links hay muchos:

Yo siempre he creído que el hombre sí llegó a la luna, pero no tengo el argumento tecno-científico para apoyar tal creencia. Eso se lo dejo a la NASA. Yo sólo lo creo y ya.
Aún así, también me pregunto por qué no hemos vuelto a la luna desde 1972 (Apolo 17) si ahora estamos más desarrollados y avanzados.
En fin… con ese sabor a interrogante, tengo también la esperanza de poder ver EN VIVO la transmisión de una nueva visita del hombre a la luna. ¿Será?