Real e Irreal

Ella siempre lo había observado desde lejos como algo inalcanzable, como alguien que siempre estaría fuera de sus dominios. Alguien que estaba allí para ser visto y nunca tocado.
Él quizás habia reparado en ella pero su interés era exclusivamente profesional, cuidando siempre que su distancia estuviese muy bien medida y que sólo una cortesía cotidiana pudiese ser el punto de conexión entre ambos.
Sin embargo, la imaginación flotaba en el aire para ella, haciéndole bailar valses de Strauss llevada por unos brazos ausentes… y más allá de eso, se veía a sí misma como la acompañante eterna y definitiva de aquel hombre que seguía su sendero de éxitos, volviéndose cada vez más lejano…
Irreal.
…
Un día, por los caminos absurdos del destino, una confesión importante inició el juego… De alguna extraña manera, él comenzó a verla con ojos diferentes, interesado sinceramente en su bienestar, en su entorno.

Como carrusel que cambia todo en un solo giro, empezaron a sentirse más cercanos, con la ansiedad de tocar una piel hasta entonces desconocida…
Una caricia en los dedos, acompañada de un abrazo más que amistoso fue la señal para decir que sólo faltaba un paso adelante. Y lo dieron…
…
Un beso delicado en los hombros impregnó de deseo el ambiente. Ella pudo al fin conocer el olor de su cuello, el calor de sus manos, el sabor de sus labios… Finalmente esa figura lejana estaba justo allí, en carne y hueso, presente.

Real.

…

Dos dimensiones existen ahora para ella: la irrealidad de verlo pasar ante sus ojos en su mundo de triunfos y la realidad de abrazarlo en privado con toda la piel.

Aún no sabe donde está posado su corazón.